Esta es la pregunta a la que no encuentro ninguna respuesta cada vez que sabemos, o que conocemos, que una mujer más ha sido víctima de un femicida.

En mi humanidad no comprendo que a las mujeres nos odien tanto, hasta el punto de que quien algún día proclamó amarnos, sea quien nos arrebata la vida de formas totalmente violentas.

En mi alma no cabe como un odio enraizado en la mente puede motivar a un hombre a agredir, violentar y hasta llegar a matar a la mujer que dijo amar.

En mi conciencia no cabe como un odio cultivado, sostenido y avalado por una sociedad, impulsa a un hombre a arrebatarle la vida a la mujer que dijo amar.

 En mi cotidianidad no llego a comprender cómo el odio y la necesidad de control, que tiene un hombre, lo lleva a oprimir y a agredir sistemáticamente a la mujer que dijo amar.

Es que el odio hacia una mujer es sostenido por una misoginia construída en las raíces de las masculinidades de los hombres, que están seguros que el odio va de la mano con el amor que supuestamente expresan y así, cometen violencias y crímenes hacia las mujeres, que claramente no pueden amar.

Los femicidios se caracterizan porque quien los comete, son las parejas o las exparejas sentimentales de las mujeres víctimas. Ellas, todas víctimas de femicidios, son las mujeres que no solo perdieron la vida en manos femicidas, sino que también perdieron la batalla a la que nos enfrentamos las mujeres cuando intentamos defendernos de los ataques violentos de un amor profesado, pero manifiesto en un odio ejecutado.

Es que solo el odio explica que un hombre desee violentar, agredir y matar a la mujer que dijo amar.

Cada vez que una historia de femicidio llega a saberse o conocerse, debe removernos todas nuestras fibras más íntimas de raciocinio y conciencia. Y es que estoy segura de que todas y todos nos cuestionamos las razones que existen detrás para que un hombre no solo destruya vidas, sino que las arrebate desde un odio perpetuo que lo mueve a hacerlo.

No me resigno, ni me resignaré nunca, a aceptar que las vidas de mujeres se vayan de forma abrupta, temprana y desalmada en manos de quienes nos odian y que jamás nos han amado.

Porque el odio no es amor.

Tamara Idrobo
23 de septiembre de 2022.

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