Kevin Molina

Son tiempos de algarabía mundialista, y Catar 2022 ha empezado dejando llamativas sorpresas. Esto obviando las sustentadas y justificadas razones por las que fuertemente se cuestiona a la sede, desde muchos colectivos y organizaciones sociales y de Derechos Humanos.

En la previa ya era un mundial atípico, porque históricamente la Copa del Mundo de la FIFA se ha dado cita en los meses de mayo, junio y julio; sin embargo, el Mundial de Catar 2022 se programó para noviembre, la razón de este cambio se debe a las altas temperaturas que vive el país en esos meses, que coincide con su temporada de verano.

Pero este dato atípico estaba lejos de ser el único y el más sorpresivo. Un hecho inédito estaba por ocurrir y se daría en el primer partido, en la Ceremonia Inaugural de la Copa del Mundo, la ’Tri’ le arruinaría la fiesta al anfitrión. Sí, por primera vez en la historia el país sede perdía el partido inaugural. Ecuador se impuso a Catar por el marcador de 2-0, ambos goles de Enner Valencia.

Este suceso histórico sin duda creó en las y los ecuatorianos un clima de lleno esperanza, a pesar de los durísimos momentos que atraviesa nuestro país derivado de la crisis de seguridad, económica y política.

Pese a no clasificar a los octavos de final, por la derrota ante Senegal, la entrega y buen fútbol de nuestros tricolores quedó demostrada en la cancha y despertó la admiración de todo el mundo futbolero. El talento y coraje de los jugadores tricolores, por ejemplo, sometió a Países Bajos -uno de los principales candidatos al campeonato mundial- dejando como saldo un empate a un gol, que dejó un sabor a que pudo ser una victoria por la demostrada superioridad futbolística de nuestra Tri.

Independientemente de no conseguir el pase a la siguiente fase, por estos días, los jugadores de nuestra selección han pasado a ser nuestros héroes, son quienes nos dieron alegría en tiempos adversos. En medio de este cúmulo de sensaciones, me pregunté:

¿Quiénes son estos jóvenes futbolistas que -al menos por un momento- nos hicieron olvidar del infierno de país que hoy tenemos? ¿De dónde vienen?
Empecé averiguando el origen del aún vigente goleador del mundial -empatado con el francés Kylian Mbappé y el neerlandés Cody Gakpo- con 3 tantos, y máximo goleador histórico ecuatoriano, Enner Valencia. El «Superman», como le dice la prensa especializada, es oriundo de San Lorenzo, provincia de Esmeraldas.

Pasando revista por la nómina completa de jugadores convocados (26) por el D.T. Alfaro, veo que diez futbolistas nacieron en Esmeraldas y cinco de ellos son frecuentes en el once titular.

Al ver, repetidamente, que buena parte de la nómina de tricolores tiene origen en la provincia verde, recordé las noticias infortunadas que recibimos cotidianamente de Esmeraldas.

Las terribles noticias que recibimos de Esmeraldas no son fortuitas, por ejemplo, se conoce que su capital está tomada por la banda criminal «Los Tiguerones», que recluta forzosamente desde niños -principalmente en barrios marginales- para formar parte de su organización, los constantes amotinamientos en cárceles, casos de sicariato, robos, vacunas a comerciantes, entre otras tantas lamentables circunstancias, no son más que consecuencia del abandono e inoperancia de autoridades irresponsables que ha ido degradando paulatinamente las condiciones de vida de esta población.

Y sí, este paquete de violencia delictiva es consecuencia del quemeimportismo de los últimos gobiernos.

Actualmente, según cifras del INEC, Esmeraldas es la provincia con mayor tasa de analfabetismo del país (+15%), el empleo adecuado es de apenas el 21.7%, el sector informal bordea el 60%, y la pobreza y extrema pobreza multidimensional alcanzan el 63% y 37%, respectivamente. Evidentemente, estos deplorables indicadores sociales no garantizan las más mínimas condiciones para una vida digna, en ésta y ninguna otra población.

Pero sí, de este «apocalíptico» territorio provienen muchos de nuestros actuales héroes. Los que, a pesar de haber crecido bajo estas indignas condiciones de vida, gambetearon las adversidades y envían sus sueldos desde el extranjero -bien ganados por su esfuerzo y virtuosas habilidades en cancha- de vuelta a su país, y no los camuflan en paraísos fiscales para evadir impuestos, como algunos que bien conocemos.

Sin embargo, no hay que perder la perspectiva, ellos son la excepción. Su éxito deportivo y -en algunos casos- económico no es el común denominador en este ambiente de pobreza y exclusión, anteriormente descritos.

¿Qué queda para el resto de esmeraldeñas y esmeraldeños? Lo más seguro es la condena a un injusto círculo de violencia y pobreza.

Estas demostraciones de que existe talento y potencial para poder salir adelante, deben ser la principal motivación para que como sociedad seamos más cuestionadores y exigentes con los gobernantes de turno para que provean una adecuada y oportuna atención a estas poblaciones; garantizándoles salud, educación, atención social y oportunidades, a través de inversión social, planificación y un verdadero plan de desarrollo justo y responsable.

Ya quisieran las mayores potencias del mundo tener las características fisiológicas y las virtuosas habilidades de nuestros deportistas. Por todo esto es aún más valorable lo de estos muchachos, porque lejos de ser “gracias a…” es “a pesar de” todas las dificultades y falta de oportunidades en las que crecen.

Ellos triunfaron y son quienes hoy nos tienen con el pecho inflado de orgullo y quienes nos dan una luz de esperanza; sin embargo, muchos de sus hermanos, primos, amigos aún siguen viviendo en esas crueles e indignas realidades que ni un poco conmueven a un indolente personaje de zapatos rojos.

 

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