Por Poseidón.

El próximo domingo 20 de noviembre empieza el Mundial de Qatar. Después de 29 días de competencia se conocerá al campeón del mundo, el domingo 18 de diciembre. El siguiente fin de semana se festeja la Navidad y el subsiguiente se termina el 2022, un año perdido por el gobierno de Lasso.

A diferencia del 2020 que fue un año en que pasamos encerrados por la pandemia, y el 2021 que fue de transición del anterior gobierno, se creía que el 2022 sería un mejor año. Se esperaba que Lasso empezaría a cumplir los ofrecimientos que hizo a quienes lo votaron. ¡Cuan equivocados estuvimos!

Lo triste es que este año desaprovechado significó pérdidas y retrocesos para los ecuatorianos. Perdimos la seguridad y tranquilidad que hasta hace pocos años teníamos. Los niveles de delincuencia y asesinatos en el Ecuador no tienen precedentes. El terror y la extorsión son el pan de cada día. No hay sitio seguro en las ciudades ni el campo. Nunca antes habíamos estado así.

Los ecuatorianos hemos perdido la confianza en las fuerzas del orden: la policía y los militares. Su comandante en jefe, el Presidente de la República, fue un mero espectador del caso de Don Naza, que se paseó con maletas llenas de billetes por el Ministerio de Defensa y no fue detenido. No implementó sanciones inmediatas y ejemplificadoras luego del asesinato de María Belén Bernal en instalaciones policiales. Mas bien, hizo el ridículo ofreciendo la demolición de un edificio para construir uno nuevo con identidad de género. Hasta la fecha no ha logrado que se rehabilite el radar de Montecristi saboteado hace más de un año. El ministro del Interior reconoció hace unos días que ni siquiera había fecha para la compra de armas y equipos para la policía. Mientras tanto, el ministro Jiménez afirma que el gobierno ha hecho todo lo posible para dar seguridad a la ciudadanía, y que lo ha logrado.

Desde el inicio del 2022, día a día, Lasso ha perdido credibilidad. Las causas son diversas. Para un editorialista del diario Expreso, los arrebatos del presidente son la causa de que apenas el 8% de la población crea en la palabra del presidente. La primera dama dijo de manera ingenua que: “prometió el oro y el moro” y obviamente es imposible cumplirlo todo. Los errores y contradicciones en el discurso de Lasso son groseros y evidentes, minando la credibilidad en la palabra del primer mandatario en cada entrevista o alocución pública que realiza.

El presidente insiste en que no hay denuncias de corrupción en su gobierno, a pesar de los escándalos en que están envueltos exfuncionarios nombrados por él y que tuvieron que renunciar.

Lasso y varios de sus ministros han anunciado en múltiples ocasiones que ya han logrado el control de las cárceles, pero las bandas delincuenciales siguen operando desde su interior.

No llega aún la prometida inversión extranjera, no funciona el famoso plan de entrega de medicinas a través de farmacias privadas, no hay pasaportes ni placas vehiculares.  Un año perdido por la incapacidad, inoperancia y hasta quemeimportismo de los funcionarios de gobierno, con el presidente Lasso a la cabeza.

Quizá lo mas triste es la pérdida de la autoestima del ecuatoriano, ejemplificada en esa humilde mujer que de la que se burla y se ríe Lasso, mientras ella trata de alcanzar la llave de su casa.

Solo en la realidad alternativa en la que viven el presidente y sus funcionarios, el 2022 ha sido un buen año. Para ellos, la dura realidad que enfrentan los ecuatorianos es solo un invento de los medios. Los hechos evidencian que este año que pronto termina, perdió el Ecuador, perdimos todos.

 

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