Tamara Idrobo

La construcción de mi feminismo es un trabajo personal diario. Es un tránsito continuo y lleno de aprendizajes. Ser feminista para mí significa asumirme, con mucha responsabilidad, en una identidad política con la consciencia de que, al hacerlo, me expongo.

Y es que ser feminista en un contexto de sociedades profundamente machistas y patriarcales como lo es la ecuatoriana, es y será el equivalente a tener que recibir continuamente violencias.

He encontrado en mi cuenta de Twitter el espacio para expresarme y compartir análisis y reflexiones desde mis opiniones. Opiniones que siempre digo vienen y provienen desde las propias razones. Mis razones son claras: quiero desmitificar a los feminismos y quiero que las luchas feministas sean comprendidas, aceptadas y apoyadas.

Busco que las feministas y nuestras luchas entren en debates y disputas de todo tipo. Disputas por el poder económico, político, financiero y de narrativas. Poderes al que las mujeres -y feministas- debemos llegar si es que queremos transformar todo aquello que nos sigue violentando, reprimiendo, agrediendo y oprimiendo.

Yo lucho contra sistemas y estructuras que sostienen comportamientos de personas, y tengo decirlo algunos -o muchos- son hombres violentos que, mostrando su miedo a perder su perpetrado poder y privilegio de género, se dedican a atacar-nos y a violentar-nos. Es claro que sus violencias son sus respuestas y su única arma de defensa que encuentran frente a las amenazas que las feministas representamos para sus intereses.

Pero, en este discurso violento también entran otras mujeres, muchas de ellas feministas que, con el poder de sentirse legítimamente representantes de su feminismo debaten sobre todo aquello que consideran que es o no es feminista. A ellas suelo leer con mucha paciencia y respeto, porque sé que muchas de sus luchas son las mías también.

Lo que me sorprende de sobremanera es que, muchas personas que no entienden de luchas feministas y que ni siquiera han tenido el proceso personal ni la valentía de llamarse feministas, empiezan a juzgar y a dictaminar en sus comentarios e interacciones quien puede o no ser feminista.

He leído comentarios y trinos con cuestionamientos como: “eso no es ser feminista” o “ese feminismo es incoherente” o unos más atrevidos que escriben cosas como: “no eres una verdadera feminista.”

¿Qué es ser feminista?

Siempre lo digo y lo reitero: yo hablo, actuó y aporto desde MI feminismo. Y es mío, porque lo he construido desde mis realidades, desde mi historia de vida laboral y personal. Desde mis experiencias, mis lecturas, mi activismo, desde todo lo que compone mi ser.

Y es que yo no me creo dueña del feministómetro, no pretendo ni tampoco deseo serlo. Desde mi feminismo mal haría en juzgar y determinar cuál feminismo es válido y cuál no. Porque al hacerlo, estaría juzgando a otras personas (mujeres muchas de ellas) que han tenido diferentes experiencias, comprensiones y realidades de las que yo he tenido.

Yo no puedo homogenizar a mi feminismo y jamás pretenderé imponer mi feminismo a otras personas. Mi feminismo es mío y de nadie más. Y desde mi feminismo me sumo y me adhiero a las luchas que me llaman, que me inspiran y que requieren de mi voz y mi presencia.

Lo he dicho una y mil veces y lo seguiré repitiendo: los feminismos son múltiples, diversos e imperfectos como las personas que los conformamos. Y yo soy una mujer cis más, que se asume como feminista y que construye SU feminismo.

Soy humanamente imperfecta, ergo, mi feminismo también es bastante imperfecto y en vista de quienes me juzgan con tanta vehemencia: incoherente.

No busco ni ser perfecta ni coherente, porque desde mi feminismo defiendo y defenderé siempre mi derecho a ser humanamente imperfecta.

Y no me creo dueña -y rechazaré siempre el serlo- del feministómetro, porque como también lo he escrito en más de un trino y lo reitero nuevamente, desde mi feminismo yo construyo y existo desde la premisa de que:

¡NINGUNA mujer nace para decirle a OTRA mujer lo que puede o debe ser y hacer con su cuerpo, con su vida, con sus espacios, sentimientos y con su feminismo!

Conclusión: soy una mujer feminista pero el serlo, no me da la autoridad para creerme dueña de ningún feminismo más que del mío.

Entonces: quien tenga el feministómetro en la mano, que lance sus virulentos y violentos juzgamientos.

 

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