Le tomó más de 10 años llegar a ganar una elección Presidencial a Guillermo Lasso y sólo año y medio para destruir al país, que en esos 10 años caminaba por la ruta del desarrollo, tanto fue el tiempo y el dinero invertido para llegar a ser gobierno ¿y para qué?, para hacerle la competencia a Lenín Moreno, quien sería recordado como el peor Presidente del Ecuador, cuando los ecuatorianos creíamos que difícilmente habría un gobernante peor que Moreno aparece Lasso para mostrarnos que así como todo puede mejorar también puede empeorar, esa ha sido la línea del Gobierno del encuentro: Demostrar que las cosas en el Ecuador después de Moreno sí podían empeorar.

Empecemos por el principio, sabíamos que todo sería peor al verlo como candidato cuando no era capaz de defender con argumentos técnicos su posición en un debate arrojando signos de su nula preparación para dirigir una nación, un candidato que asegura resolver los problemas de un país en los primeros 100 minutos de Gobierno no comprende que un país no es lo mismo que un banco, creyeron que generar empleos en una economía de mas de 17 millones de personas era tan simple como que un gerente de agencia del Banco de Guayaquil entreviste uno por uno a cada ecuatoriano y ecuatoriana sin empleo, creyeron que lograr el ingreso de más personas a la Educación Superior era tan simple como pagar la matrícula de una institución de educación privada, creyeron que resolver la inseguridad era tan simple como graduar más y más policías.

La inseguridad, la falta de empleo, la falta de educación y el estancamiento económico es producto de su fundamentalismo ideológico, las recetas neoliberales tradicionales no han funcionado y se han empecinado en aplicarlas a un contexto nacional que rechaza dichas políticas, pero además su propia incompetencia y soberbia no les permite hacer lo correcto para acabar con los males que aquejan a los ecuatorianos, en su afán por “disminuir el tamaño del Estado obeso” lo que han conseguido es un “Estado raquítico” al que de paso están descuartizando para tratar de fortalecer a un gobierno que se sostiene tan sólo por la prensa comprada y por las mentiras que se presentan como éxitos de gestión.

Para muestra un botón: Un ministro de Economía que alardea tanto sobre que han creado nuevas plazas de trabajo, cuando en realidad ni siquiera hemos sobrepasado el 38.5% de empleo adecuado de antes del 2019, es decir, ni siquiera han logrado recuperar el nivel de empleo pre pandemia.

Hacen tanto alarde sobre que están reduciendo el déficit fiscal, claro, pero a costa de dejar a la gente sin escuelas, sin medicinas, sin trabajo, sin cupo para la universidad, es decir, lo mismo que nada (mucho ruido pocas nueces).

Hicieron tanto ruido sobre la venida de la reactivación económica, incrementaron el sueldo nominal, pero al mismo tiempo eliminaron el subsidio a los combustibles, reduciendo así el salario real, el poder adquisitivo de la gente, lo mismo que nada (mucho ruido pocas nueces).

Esta es la síntesis del Gobierno del encuentro, donde te encuentras sin empleo, sin educación, sin tranquilidad y sin LIBERTAD. Sin seguridad no hay empleo, no hay producción, no hay educación, no hay reactivación, no hay LIBERTAD. Hicieron tanto alarde, tanto ruido con su plan de vacunación que fue exitoso (hay que reconocer), pero ¿Y AHORA? ¿Y AHORA? Ahora solo se callan, se esconden, se alcahuetean entre sí y no resuelven nada, mucho ruido pocas nueces.

No hacía falta tener una bola de cristal que nos mostrará el futuro para saber que Lasso sería el regreso del neoliberalismo, el regreso de la élites económicas y políticas, sólo hacía falta tener memoria histórica porque Guillermo Lasso no es un político nuevo, es un político viejo marcado por su responsabilidad en el feriado bancario, un hecho que no podemos y que no debemos olvidar por más “berreado” que suene, porque justamente cuando olvidamos el pasado es que perdemos nuestra memoria histórica y perderla significa otro Lasso u otro Moreno en el poder.

 

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